domingo, 19 de octubre de 2014

Agujeros sobre la arena.

           
 Paseando por el río Gállego con mi hija, y fijándonos en las marcas que nos indican la presencia de seres vivos en la naturaleza, llegamos a una zona arenosa fruto de las últimas avenidas. La arena fina hace que cualquier ser vivo por pequeño que este sea deje marcas de sus actividades. No había huellas de paso de ningún animal, pero sí que había unas pequeñas cuevas que seguro que muchos habréis tenido ocasión de observar.
           

Permanecimos un tiempo con el fin de que   pudiéramos añadir alguna foto ilustrativa de quien es el que realiza estas galería que haga el blog más asequible. Tras unos minutos se acercó la dueña de la casa, que entró rápidamente en su interior y que sólo pudimos fotografiar a su salida. El viaje, que hizo lo hizo sin ninguna presa, dificultó la fotografía a la llegada. Generalmente, cuando llegan con una oruga, el peso que cargan es tan elevado que lo hacen con torpeza y de haber sido así podríamos haber obtenido una foto mejor.

            

            En primer lugar, decir que son muchas las especies de avispas cazadoras que podemos llamar enterradoras, y que no son otra cosa que avispas que no han dado el salto adoptado por las avispas alfareras que fabrican ellas mismas los hogares para su descendencia. Éstas avispas enterradoras practican agujeros en el suelo que abastecen con animalillos paralizados que serán devorados por las larvas de las avispas en el oscuro interior de sus moradas. Estos agujeros pueden ser practicados en diferentes tipos de sustratos, pero en este caso os ilustro los que se fabrican sobre arena.
           
Una característica de la arena, es la dificultad que entraña practicar un agujero debido a lo suelto de este material. Queda patente esta dificultad que es sin embargo la propiedad en las trampas de otras especies como la hormiga o el gusano león, pero que sin embargo es el efecto que estas especies aprovechan. Las laderas de un agujero practicado verticalmente se desmoronan hacia adentro siendo imposible construir una cámara hueca en la que depositar las presas y el huevo.
            Las avispas que practican sus agujeros en la arena se las han ingeniado para que las características de la misma no sean un problema. La capa más exterior de la arena, como ocurre en el resto de los sustratos posee una consistencia mayor que las partes no expuestas a la intemperie, dando la impresión de poseer una especie de “corteza” al modo de la tensión superficial que tiene el agua y que permite a los zapateros o patinadores desplazarse por ella sin hundirse.

            De este modo, el agujero que practican las avispas que moran en las arenas, no es más o menos vertical en el suelo, sino que lo que hacen es retirar la arena haciendo una galería en sentido horizontal de modo que la “corteza” más consistente (poco más pero sí lo suficiente) hace las veces de techo. Estos agujeros, suelen tener un aspecto aplanado, mucho más anchos que altos pero sirven perfectamente para su cometido. Son practicados a gran velocidad, y puede haber gran cantidad de ellos debido a que no todos cumplen con las exigencias de calidad de las avispas. 
Para su construcción, las avispas utilizan sus patas delanteras que mueven a gran velocidad arrojando la arena fuera mientras se sostienen con los dos pares de patas posteriores. Cuando el agujero es del agrado de la avispa, la arena arrojada al exterior indica que el agujero tiene bastante profundidad.
            El agujero, será abastecido con insectos paralizados y sobre ellos la avispa depositará un huevo. Inmediatamente después la entrada será sellada y la arena desalojada extendida para que nada indique que bajo la arena existe una cueva en la que una larva de avispa se desarrolla comiéndose a un insecto en vida.

            La larva pupará en el interior de la cámara y cuando termina su transformación una nueva avispa saldrá al exterior a través de la arena, comenzando una nueva vida de cazadora. Es fácil deducir la fragilidad de estos nidos que pueden arruinarse y desmoronarse por dentro ante el paso de cualquier animal por la superficie o por una tormenta fuerte,

lunes, 13 de octubre de 2014

Recuerdos del verano 2

           
 Continuando con la entrada de las playas de Alcocéber, en esta entrada os cuento las cosas que pudimos ver buceando en la Cala Mundina.
            Nada más entrar, en las zonas batidas por las olas, al abrigo de las rocas y en las zonas algo sombrías podíamos encontrar quisquillas ( Palaemon spp.) como las de la foto superior que movidas por la curiosidad se acercaban a nuestras manos  por si podían sacar algo de lo que alimentarse. Remover el fondo es algo que las atrae como un imán. Son unos animales muy abundantes a la vez que bonitos, con sus cuerpos transparentes que los hacen difíciles de localizar.
           
En las grietas de las rocas encontramos blenios como la moma (Blennius galerita) que vemos en la foto de la izquierda o  los poderosos cangrejos morunos (Eriphia verrucosa), activos depredadores de otros cangrejos que son capaces de proporcionar dolorosos pellizcos con sus quelípedos o pinzas. Los ejemplares más grandes pueden ocasionar heridas. Aparecen siempre resguardados por sus poderosas “pinzas” de modo que son difíciles de sacar de sus agujeros. Aparecen como bolas peludas debido a las numerosas cerdas que cubren sus “patas”. De color pardo-rojizo y amarillo.
            Se ven muchos alevines es estas zonas, pero cuando nos adentramos algo más el tamaño de los peces aumenta y también los grupos se hacen más numerosos. El más abundante con diferencia es el raspallón (Diplodus annularis) con su mancha negra característica en el pedúnculo de la aleta caudal. Fácil de confundir con la menos abundante oblada (Oblada melanura), que también presenta esta mancha oscura si vienen este caso la mancha está rodeada de un halo blanco. Algo menos abundante es el sargo (Diplodus sargus), que se diferencia del raspallón por presentar una serie de líneas verticales además de la citada mancha en el pedúnculo caudal.
            Otros peces presentan más colorido, y dentro de ellos el más abundante es la salpa (Boops salpa),  llamativo debido a las rayas amarillas que lo recorren longitudinalmente. Más coloridos sin embargo son las julias o doncellas. (Coris julis), auténticas joyas multicolores que además presentan la característica curiosa de cambiar de sexo con la edad, siendo los ejemplares más grandes y viejos machos y los más jóvenes hembras. Más abigarrados y de tonos más crípticos, los tordos (Crenilabrus spp) se acercan con curiosidad cuando estamos inspeccionando las rocas.
            Otros peces menos llamativos por sus colores pero familiares al estar muchas veces en los mercados son la lubina (Morone labrax), la dorada (Sparus aurata) y la breca (Pagellus erythrinus).
            Como curiosidad vi por vez primera un pequeño grupo de tres ejemplares pequeños de espetón (Sphyraena sphyraena) que es la barracuda del Mediterráneo, y varios ejemplares de corvallo (Johnius umbra) que cuando nos acercábamos se ocultaban bajo las rocas.
           



Al volver a la playa, de forma invariable las piedras aparecen salpicadas de ejemplares de blénidos (Blennius spp.) de diferentes especies, como este blenio esfinge (Blennius sphinx)
Tras estas experiencias inolvidables, la piscina y a descansar hasta el día siguiente.

            

lunes, 6 de octubre de 2014

Recuerdos del verano 1

           

Os contaba que este año, en nuestra “semana mediterránea” habíamos hecho una jornada intensiva de mar. El lugar elegido ha sido la costa de Castellón, más concretamente Alcocéber. Durante una semana hemos acudido a nuestra cita con el mar. Ha habido días de playa arenosa pero al final tomamos la determinación de ir mejor a las calas pequeñas, ya que mis hijos ya no juegan a hacer castillos y sin embargo sí que disfrutan con la máscara y el tubo buceando en las proximidades de la orilla. No es necesario hacer grandes ni lejanas inmersiones para pasar unos ratos buenísimos en la playa, en lugares cuya profundidad no es necesario que supere ni los dos metros, aunque con aguas algo más profundas se ven peces algo más grandes. Las tardes en la Cala Mundina (arriba) fueron muy entretenidas, pero las dos mañanas que pasamos en la Cala Blanca (abajo) no lo fueron menos. El fondo de la Cala Blanca es de arena pero a los dos lados hay zonas de rocas donde la fauna era la misma que pudimos ver en la Cala Mundina y de la que os hablaré esta vez y en la siguiente ocasión. Para ver las imágenes que identifiquen a aquellos especímenes de los que no dispongo fotografía, lo mejor es poner los nombres científicos en el buscador y buscar imágenes.
            La que más nos gusta es la Cala Mundina, cuya foto os pongo al principio de la entrada. El fondo de la Cala Mundina es de canto rodado. Esta cala es la parte final de un barranco que baja de la sierra de Irta. Tan sólo hay erizos en una pequeña cueva, por lo que no hay peligro de pincharse si bien es buena medida usar escarpines para proteger las plantas de los pies. Con apenas 50cm. de profundidad, ya empezamos a ver muchas cosas interesantes. Al entrar, una parte de la cala está repleta de los restos de algas que el mar arroja a la playa. En este caso eran algas rojas, creo que Laurenia obtusa
Entre las algas que cubren las rocas quiero destacar a la Padina Pavonia, por lo llamativa debido a que las rocas aparecen salpicadas de teatros romanos en miniatura. No es especialmente grande ni frondosa, pero sí llama la atención por su abundancia. También es bastante frecuente la Acetabularia acetabulum, que apareciendo en pequeñas colonias asemejan a las playas con multitud de sombrillas para personas en miniatura. Las piedras están cubiertas de un tapiz verde, y cuando la profundidad aumenta aparecen algunas algas Caulerpa prolifera que aguantan bien en acuario y de las cuales tengo en el mío. Lucía me encontró en la orilla una mano de muerto (Codium vermilaria), mezclada con el resto de algas rojas arrancadas, que ahora la tengo en el acuario y que de momento sobrevive. A la derecha la foto.
            En estas zonas poco profundas, el animal que más nos sorprendió, ya que yo sólo había visto una y además en este mismo lugar diez años atrás fue una liebre de mar (Aplysia punctata) que toqueteamos un poco, hicimos nadar ante nuestros ojos para disfrutar con sus ondulantes movimientos y que después colocamos en la misma grieta en la que la habíamos encontrado. Los chicos encontraron varias estrellas de mar (Coccinasterias tenuispina) de estas que viven sobre las rocas y que si la mayoría de las estrellas de mar se caracterizan por poseer cinco brazos, en el caso de estas la característica es tener un número indeterminado, siete u ocho, pero raramente cinco.

           
Además de las algas que tapizan las piedras y las estrellas, multitud de peces y cangrejos viven bien en las grietas que se forman entre las rocas o en los agujeros que quedan bajo las mismas. Generalmente, para bucear suelo llevar unas láminas plastificadas con los nombres de los peces y de otras faunas más frecuentes, pero este año me lo dejé en casa, cosa que lamenté, ya que podía habérsela dejado a Quique que seguro habría aprovechado más las jornadas.