martes, 5 de marzo de 2013

El secreto de la mantis


            En la mayoría de las obras editadas sobre huellas y señales de animales, se hace referencia mayoritaria a las señales producidas por los mamíferos. Las aves, al ser más fácilmente visibles e identificables en el campo, son menos atendidas en estos libros, si bien las señales que aparecen en el suelo del bosque o sobre los árboles son muchas veces producidas por las aves. Hay no obstante buenas y completas guías de señales producidas por aves. Pero es en cuanto a las señales que muestran la presencia de los más pequeños animales como los insectos las que menos aparecen en la bibliografía. En los casos mejor ilustrados, se trata de guías de identificación de “daños en vegetales”, y por ello las especies que aparecen en estas completas guías son aquellas que afectan a plantas de “interés para el hombre”, es decir aquellas que tienen un valor económico. Tal es el espectro desde el que el hombre  contempla hoy la naturaleza que nos rodea. Un aspecto meramente económico.
            Los naturalistas, disfrutamos tanto con la degustación de un fruto como con la contemplación del maravilloso comportamiento de la mosca de la fruta  Ceratitis capitata, (tratada brevemente en la entrada "Los maestros del teatro", en El naturalista en casa) a pesar de estar declarada en busca y captura por los desperfectos económicos ocasionados en los frutos. Cada cosa que “no está en su lugar” llama la atención y curiosidad del naturalista, que pervive con la misma intensidad que en la época infantil. Un naturalista, al fin y al cabo, es un individuo “neoténico”. Entendemos como neotenia al proceso que provoca que algunos animales lleguen a la edad adulta con características propias de su vida larvaria-juvenil. Un naturalista pues, llega a la edad adulta con la curiosidad de un niño intacta si no es acrecentada.
            Todo esto viene a razón de los indicios que hoy trae El Grumete en esta nueva entrada. Todos aquellos que por cualquier circunstancia habéis movido piedras en el monte o en el huerto recordaréis la estructura que aparece en esta foto. La respuesta a la pregunta ¿qué es? que algunos os podéis haber hecho es la siguiente: una ooteca de Mantis religiosa.
            La mantis religiosa es el insecto que encabeza esta entrada, y que muchos habéis tenido la fortuna de contemplar en la naturaleza, si no esta especie en concreto sí que alguna otra. La ooteca, es una estructura especial que alberga todos los huevos de una misma puesta del insecto. Cada una de las especies suelen elaborar ootecas que si bién pueden ser más o menos grandes según la cantidad de huevos de cada puesta, en su aspecto externo identifica a cada especie en concreto. El fundamento de la elaboración de este tipo de puesta es la protección de los huevos. La ooteca está elaborada con una secreción producida por la hembra que es agitada mediante los cercos (par de apéndices cortos del abdomen) de modo que presenta la consistencia de una espuma con numerosas burbujas de aire englobadas (como una clara de huevo batida a “punto de nieve”). Cuando esta espuma solidifica queda como véis en la foto, y se parece a la espuma de poliuretano que se utiliza para aislamiento térmico en construcción. Dentro de la ooteca están todos los huevos protegidos de las inclemencias del tiempo, del exceso de humedad y de algunos depredadores hasta la primavera siguiente, de modo que la nueva generación de mantis pasa el invierno en estado latente, como si de semillas vegetales se tratase.

1 comentario:

  1. Yo soy uno de esos que se han preguntado infinidad de veces qué es eso. Pensaba que eran ootecas de araña. Ahora ya sé que son, muchas gracias. Saludos

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