lunes, 5 de marzo de 2012

Tras la lluvia...


Una de las actividades que más me gusta es pasear tras una copiosa lluvia o tras una gran avenida del río. El barro es tan blando que me permite asomarme a la intimidad de los animales que han desarrollado sus actividades a lo largo de la noche. En esta ocasión os muestro las marcas que pude encontrar en un charco del camino que conduce a mi casa. En primer lugar vemos la fotografía de la parte exterior del charco, una parte que había tenido agua pero que ahora permanecía blanda pero “en seco”. Las marcas que primero se produjeron son las pistas de las lombrices, que se desplazaron por el fondo cuando este todavía estaba sumergido. Esto permitió que seres tan poco pesados dejasen la marca de su desplazamiento. Cuando ya no había agua en esta zona, una rana hace acto de presencia. De un salto (que se dirige desde abajo hacia arriba), se planta en el centro de la fotografía. Las alargadas patas traseras llegan a mezclar sus huellas con las de las manos delanteras, un poco por encima de estas y giradas ligeramente hacia adentro. Las patas traseras marcan la punta de sus dedos, que al ser de desigual longitud aparecen como una serie de “puntos” dispuestos de forma rectilínea, más abiertos y adelantados que las huellas de las manos, marcando dichas alineaciones una especie de “v” dentro de la que se contienen las marcas de ambas manos. La marca de cada mano se reduce a la impresión de tres dedos que como he dicho antes, aparecen girados hacia adentro.
Toma impulso y se zambulle en el charco. Las marcas de esta segunda fotografía corresponden a las realizadas por la punta de tres dedos de las patas traseras. Las manos no dejan huellas. La razón de que esto sea así, es que estas huellas corresponden a las realizadas por la rana nadando cerca del fondo. Cuando una rana nada, no siempre mueve las manos, que pueden permanecer pegadas al cuerpo. Las patas traseras se recogen y extienden para tomar impulso de forma simultánea y eso provoca que las marcas aparezcan “emparejadas” y no una detrás de la otra como ocurriría si el movimiento no fuese simultáneo. Si la rana no hubiese nadado tan cerca del fondo no habríamos podido observar estas huellas tan interesantes.

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