jueves, 8 de marzo de 2012

Difícil cambio de ropa





Los insectos, al igual que el resto de los artrópodos tienen el cuerpo recubierto de una coraza exterior o exoesqueleto que da rigidez a su cuerpo, le protege de la pérdida de humedad y de aquellos depredadores no especializados. Este exoesqueleto es una buena protección pero representa un no pequeño inconveniente. Al recubrir la zona exterior del cuerpo, esta misma coraza les impide crecer. Son pequeños caballeros medievales en miniatura. El único modo que tienen de crecer es librarse de esa coraza, pero esto les haría vulnerables. La solución adoptada es cambiar esa piel dura varias veces a lo largo de su vida y de este modo, ir aumentando la “talla” de la misma acortando el tiempo de carencia de armadura a unos pocos minutos. 


Esto también tiene un problema. Si el animal se desprende de la piel para crecer, al ser necesario adquirir una de un tamaño mayor, ha de crecer “de repente”, pues "sale" de una piel pequeña y ha de conseguir una más grande; en ocasiones una el doble de grande. Describo los diferentes pasos a continuación, suponiendo que el animal que ha de mudar la piel es un insecto. El nuevo insecto rasga la coraza por la parte superior del tórax. Como quiera que todo el cuerpo ha de salir de este modo, algunas partes anchas de las patas han de salir por zonas más estrechas como son las zonas de articulación de las mismas. Así mismo, las alas que crecen en dos o tres fases, han de permanecer “plegadas” dentro de su estuche. Es lo que vemos en la foto superior del insecto-hoja que muda su piel. Está saliendo por la grieta de su tórax. Ya ha sacado las alas, que cuelgan arrugadas a su espalda y la parte de las patas más cercana al cuerpo (proximal). El ejemplar de la foto no pudo completar la muda y murió en el intento y permanece disecado así.


La nueva piel del insecto crece por debajo de la vieja, pero es blanda, ya que ha de poder deformarse para salir de la vieja. Es por eso que el momento de la muda es el más delicado de la vida de un insecto. En la fotografía de la derecha vemos como el insecto-palo está sacando las patas delanteras y traseras de la muda, quedando sujeto con el extremo posterior del abdomen de la vieja piel


Cuando el nuevo insecto emerge de la piel vieja, tiene una piel completa de la talla siguiente, que es casi el doble de grande pero no tiene “cuerpo suficiente” ya que esta piel habrá de llenarla con el futuro crecimiento. El insecto ha de hincharse aspirando aire hasta alcanzar el tamaño definitivo y aguantar en este tamaño hasta que la nueva piel se endurece. Así mismo, las alas han de extenderse y tensarse con los fluídos que el insecto bombea por las venaciones de la misma, desarrugándose al tiempo que el fluído se aproxima a la parte distal de la misma. Después expulsa el aire y la piel queda de un tamaño mayor que irá rellenando con su crecimiento. Mientras tanto, desde que el insecto emerge de la vieja piel hasta que esta se endurece, luce una nueva piel blanda que no le sirve para protegerse. Si se cae al suelo en este momento la piel quedará deformada y en muchas ocasiones la deformación es incompatible con la vida. Por otra parte, si la muda se torna dificultosa y la nueva piel se pone rígida antes de tiempo el insecto no podrá completar la muda y morirá sin poder desplazarse ni alimentarse en una agonía angustiosa. 
Esta piel será la nueva armadura que deberá llenar en el futuro. Cuando esta piel sea de su “talla” habrá de mudar de nuevo a otra piel de tamaño mayor. Los artrópodos están condenados a vivir con ropa que no es de su tamaño. Un tiempo les viene demasiado grande, y finalmente, cuando ya les viene bien, permanecen dentro de esa piel un tiempo hasta que les aprieta, y cuando la cambian de nuevo, es para adquirir una grande… Son como los hijos pequeños de una familia numerosa y humilde, condenados a llevar ropa de sus hermanos, demasiado grande en unas ocasiones, pequeña en otras y que cuando le viene bien a su tamaño han de cambiarla de nuevo.


A la izquierda podemos ver un insecto-palo que ha terminado la muda y que permanece quieto para esperar a que se seque y endurezca la nueva piel. Podemos comprobar como el tamaño del insecto es el doble de grande que su antigua piel que permanece agarrada a la hoja.

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